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viernes, 21 de junio de 2013

Un vecino delató el fraude con medicamentos en Chandrexa

Una maquinación del farmacéutico de Chandrexa para defraudar al Sergas, facturando medicinas no retiradas por los clientes y que después arrojaba a la basura, o una maniobra vengativa de un vecino al que impidió instalar un churrasco a la vera de un depósito de gasóleo.

Entre estas dos razones se mueven las versiones que hasta el momento se han incorporado a la instrucción penal abierta el pasado mes de mayo en la que figura como imputado por un delito de estafa el titular desde hace 17 años de la oficina de farmacia de Chandrexa de Queixa, Juan Luis Lamas Rey.

Este último, quien declaró la pasada semana por primera vez ante el juez instructor, aseguró que nunca había arrojado medicinas al contenedor de basura. Si alguien le devuelve algún envase, lo deposita en el punto Sigre que tiene en su farmacia, según su versión.
En el interrogatorio salió a colación la relación que mantiene con I.V.M., el vecino que alertó en febrero a la Guardia Civil sobre el hallazgo de gran cantidad de envases de medicamentos sin caducar en un contenedor de residuos orgánicos situado en Celeiros (la capitalidad de Chandrexa), frente a la farmacia.

Este último se encargó de hacer fotografías y hasta recoger las bolsas de medicinas, así como cajas enteras con bolsas de pañales para incontinencia de adultos, y custodiarlas en su propia casa para ponerla a disposición de la autoridad. Más aún, hasta incluso las referenció con la fecha del hallazgo. En su afán investigador, el vecino llegó a señalar con el dedo acusador al farmacéutico. Así, tal como recoge el atestado de la Guardia Civil al que tuvo acceso La Región, detalló que la aparición de medicinas coincidía 'con la presencia del farmacéutico del pueblo, que viene dos o tres días a la semana'. 

Y hasta aseguró que lo había pillado 'in fraganti'. Así, declaró que, encontrándose en el gallinero de su casa, vio al inculpado tirar al contenedor una bolsa que contenía medicamentos, como comprobaría posteriormente.

Tal como explicó al la Guardia Civil, optó él mismo por efectuar la recogida al considerar que se trataba de un residuo peligroso y se le podía dar otra utilidad.

Por su parte, el imputado en un presunto delito de estafa declaró en el Juzgado de Trives que la relación con el denunciante era buena hasta que hace dos años le impidió abrir una churrasco cerrado, ya que pretendía habilitarlo junto a donde él tenía el depósito de gasóleo.

Lo que sí reconoció el farmacéutico es que alguna cajas de medicinas que le eran devueltas las aprovechaba para regalárselas a cierta gente que acudía a la farmacia y no le salían por receta electrónica. Además, explicó que en la relación de envases incautados por el Seprona había alguno que no estaba cubierto por el seguro (Almax, Fisiogel, Bucospray...) o que él nunca había expedido (Letrozol Stada).

La Guardia Civil sostiene que el farmacéutico revisaba los números de la Seguridad Social de los clientes y, al comprobar que los medicamentos habían prescrito, preparaba paquetes con todos ellos. Les retiraba el cupón-precinto, los enviaba al Colegio de Farmacéuticos y los facturaba. Después, guardaba los medicamentos durante un tiempo y si los pacientes no los retiraban, los desechaba tirándolos a un contenedor de basura, asegurándose así la venta de todos los medicamentos prescritos.

Actualmente, todas las farmacias de España tienen un sistema de reciclado, el llamado punto Sigre, que establece que ningún producto puede ser desechado en lugares no autorizados.
 

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