No fue la primera vez que prometió el cargo de concejala, ya lo fue antes en Trives y también en Boborás antes incluso de que su marido fuese alcalde, pero sí fue la primera vez que María del Carmen Cives inició una nueva etapa en la que comparte, además de su vida personal, responsabilidades políticas con su esposo, Cipriano Caamaño.
Quizás por eso y debido a la confianza ocupó uno de los sillones destinados a los miembros del grupo de gobierno en la corporación antes incluso de tomar posesión como concejala y prometer su cargo. Nadie se percató de la irregularidad.
La nueva concejala siguió el desarrollo de la sesión seria, con frío, a pesar de que su cónyuge iba de manga corta, y en silencio. Pero con mucha atención al tenso e intenso debate dialéctico mantenido, sobre todo, entre el alcalde y los miembros de la oposición.
Los momentos de mayor tensión se dieron entre el alcalde y el portavoz socialista, Alberto Otero, con duros cruces de acusaciones por mentir sobre todo el proceso de tramitación del PXOM, llegando incluso el regidor a indicar, ante alguna de las palabras del edil del PSOE que «os feirantes falan así».
Hubo también amenazas de expulsión a la oposición por no respetar los turnos de intervención, aunque cuando uno de sus concejales se sumó al difícil cruce de reproches, no hubo ninguna recriminación. Cuarenta y cinco minutos de duro pleno centrado en la aprobación provisional de un Plan Xeral cuestionado y con tiempo también para las críticas a la política de la alcaldía por incumplir los horarios y las fechas de celebración de los plenos.
A la hora de votar María del Carmen Cives cumplió a rajatabla con sus nuevos deberes municipales al respaldar el PXOM, aunque su marido reconoció que es un plan que «non me gusta», pero que lo aprueba la Xunta.
La mujer del regidor, y pronto su teniente alcalde y edila de Cultura, aguantó estoica, una vez finalizada la sesión ya que su marido fue mucho más rápido a la hora de abandonar el salón de plenos, las recriminaciones de alguno de los vecinos presentes que por las escaleras calificaron de «vergüenza» y de «nepotismo» su presencia en el grupo de gobierno, desde el número 10 de la lista del PP en 2007 al 2 en 2011. Ella, se defendió con sus años de experiencia política.
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