La versión de Manuel Mouriño no convence a la familia de Montserrat Martínez. Más de diez años después del crimen, se han agarrado a la ley para pedir justicia. Los familiares, que cohabitaron entre el dolor y la duda durante los nueve años en que Mouriño ocultó la autoría, descarta la hipótesis de que todo fuera un accidente fatal y considera los hechos como un delito de asesinato.
El joven abusó, entienden, de la confianza que le tenía Montse y se aprovechó de las propias condiciones del lugar donde ocurrió la muerte; un parque de Viana do Bolo apartado, con escasa luminosidad, a altas horas de la madrugada. La familia reclama una condena de 20 años de cárcel y solicita una compensación de 600.000 euros para mitigar los daños morales sufridos por los padres de la chica y por su hermana.
La acusación familiar se unirá a la que próximamente defina el ministerio fiscal, proclive a calificar los hechos como un delito de homicidio penado entre 10 y 15 años de cárcel, como así dejó patente en una comparecencia reciente en el juzgado de Trives, instructor de esta causa. El siguiente escenario para Mouriño, en prisión preventiva, será la sala de vistas de la Audiencia Provincial de Ourense. Unjurado dictará veredicto.
La familia concluye que, la madrugada del 14 de abril de 2001, mientras Viana era un hervidero de jóvenes celebrando el asuto de Semana Santa, Montserrat Martínez confió ciegamente en Mouriño y fue conducida por él a un lugar de la localidad conocido como Cabo da Vila. En los jardines allí existentes, en una zona apartada y con escasa luminosidad, el joven asestó a Montse, según la familia, por lo menos un golpe en la cabeza que le provocó un estado de inconsciencia.
En esta condición, Mouriño aprovechó para cogerla en brazos y arrojarla al vacío desde una altura de cuatro metros. Montserrat cayó contra un saliente de piedra de la base de muro, sufriendo un golpe en la cabeza de tal envergardura, indican, que llegó a provocarle la fractura del esternón.
La acusación particular continúa su escrito afirmando que, a continuación, el acusado, conocedor del terreno, bajó al lugar donde estaba la joven y, con la intención de ocultar el cuerpo y lo que había ocurrido, la arrastró a través de la maleza por las piernas. Esto provocó, según esta parte, que se fuese desnudando en la maniobra y que sufriera laceraciones por todo el cuerpo.
Además, el abogado de la defensa manifiesta que "es probable" que, durante esa operación le propinase dos golpes más en la cabeza "hasta dejarla probablemente agonizante en dicho lugar". De hecho, concluye su relato de conclusiones manifestando que la muerte de Montserrat se produjo a raíz de los golpes propinados por Mouriño con la intención de acabar con su vida; aprovechando su estado de inconsciencia que anulaba, consideran, cualquier opción de defenderse.
La causa de la muerte, según la determinación de los forenses, fue debida a un traumatismo craneoencefálico. El cuerpo sin vida de la joven fue localizado el 20 de abril de 2001 confirmando los peores augurios.
La acusación particular no olvida el prolongado periodo de tiempo en que Mouriño, pese a ser el primer sospechoso del crimen, logró eludir la acción de la justicia. El acusado negó los hechos desde un principio de manera obstinada y pertinaz hasta pasados nueve años, recriminan. En ese tiempo de tensa espera, sin apenas avances hasta que Mouriño, residiendo en Ibiza, se delató en una llamada de teléfono cuando era objeto de escuchas policiales tras verse además envuelto en otro caso de malos tratos. Mouriño llegó a ser condenado en diciembre de 2008 por el Juzgado de Instrucción Número Cuatro de la localidad ibicenca. Le impusieron 6 meses de cárcel y la obligación de alejarse de la víctima. Hizo caso omiso y siguió viviendo con ella.
El letrado menciona el estado de desesperación familiar. "Los padres de Montserrat y la hermana sufrieron psicológicamente tanto la muerte como la angustia de no saber quién había sido la persona que había dado muerte a su hija". En este clima, admiten, "llegaron a desconfiar de cualquier persona, incluso las más allegadas, lo que provocaba un dolor todavía mayor". Una realidad que entronca con las palabras del entonces alcalde, Sergio González: "Todo Viana está bajo sospecha".
Por este motivo, la acusación particular establece una petición económica en concepto de responsabilidad civil. Esta parte solicita que se imponga a Mouriño la obligación de indemnizar a los padres de Montserrat, Ángel Martínez y Olimpia Fernández, con la cantidad de 500.000 euros, incluyendo los daños morales. La hermana de la chica, Cristina Martínez, recibiría otros 100.000 euros según la reclamación de la acusación particular.
La defensa rebatirá estos argumentos y los del fiscal apoyado en la idea de que la muerte fue resultado fatal de un accidente. Dijo que estaba bebido. Cuando la chica se acercó a él para darle un beso, la empujó para apartarla y ella supuestamente se golpeó contra una mesa de hormigón. Asustado al ver que podía estar muerta, arrojó el cuerpo a la zona de maleza.
Fuente: Faro de Vigo
El joven abusó, entienden, de la confianza que le tenía Montse y se aprovechó de las propias condiciones del lugar donde ocurrió la muerte; un parque de Viana do Bolo apartado, con escasa luminosidad, a altas horas de la madrugada. La familia reclama una condena de 20 años de cárcel y solicita una compensación de 600.000 euros para mitigar los daños morales sufridos por los padres de la chica y por su hermana.
La acusación familiar se unirá a la que próximamente defina el ministerio fiscal, proclive a calificar los hechos como un delito de homicidio penado entre 10 y 15 años de cárcel, como así dejó patente en una comparecencia reciente en el juzgado de Trives, instructor de esta causa. El siguiente escenario para Mouriño, en prisión preventiva, será la sala de vistas de la Audiencia Provincial de Ourense. Unjurado dictará veredicto.
La familia concluye que, la madrugada del 14 de abril de 2001, mientras Viana era un hervidero de jóvenes celebrando el asuto de Semana Santa, Montserrat Martínez confió ciegamente en Mouriño y fue conducida por él a un lugar de la localidad conocido como Cabo da Vila. En los jardines allí existentes, en una zona apartada y con escasa luminosidad, el joven asestó a Montse, según la familia, por lo menos un golpe en la cabeza que le provocó un estado de inconsciencia.
En esta condición, Mouriño aprovechó para cogerla en brazos y arrojarla al vacío desde una altura de cuatro metros. Montserrat cayó contra un saliente de piedra de la base de muro, sufriendo un golpe en la cabeza de tal envergardura, indican, que llegó a provocarle la fractura del esternón.
La acusación particular continúa su escrito afirmando que, a continuación, el acusado, conocedor del terreno, bajó al lugar donde estaba la joven y, con la intención de ocultar el cuerpo y lo que había ocurrido, la arrastró a través de la maleza por las piernas. Esto provocó, según esta parte, que se fuese desnudando en la maniobra y que sufriera laceraciones por todo el cuerpo.
Además, el abogado de la defensa manifiesta que "es probable" que, durante esa operación le propinase dos golpes más en la cabeza "hasta dejarla probablemente agonizante en dicho lugar". De hecho, concluye su relato de conclusiones manifestando que la muerte de Montserrat se produjo a raíz de los golpes propinados por Mouriño con la intención de acabar con su vida; aprovechando su estado de inconsciencia que anulaba, consideran, cualquier opción de defenderse.
La causa de la muerte, según la determinación de los forenses, fue debida a un traumatismo craneoencefálico. El cuerpo sin vida de la joven fue localizado el 20 de abril de 2001 confirmando los peores augurios.
La acusación particular no olvida el prolongado periodo de tiempo en que Mouriño, pese a ser el primer sospechoso del crimen, logró eludir la acción de la justicia. El acusado negó los hechos desde un principio de manera obstinada y pertinaz hasta pasados nueve años, recriminan. En ese tiempo de tensa espera, sin apenas avances hasta que Mouriño, residiendo en Ibiza, se delató en una llamada de teléfono cuando era objeto de escuchas policiales tras verse además envuelto en otro caso de malos tratos. Mouriño llegó a ser condenado en diciembre de 2008 por el Juzgado de Instrucción Número Cuatro de la localidad ibicenca. Le impusieron 6 meses de cárcel y la obligación de alejarse de la víctima. Hizo caso omiso y siguió viviendo con ella.
El letrado menciona el estado de desesperación familiar. "Los padres de Montserrat y la hermana sufrieron psicológicamente tanto la muerte como la angustia de no saber quién había sido la persona que había dado muerte a su hija". En este clima, admiten, "llegaron a desconfiar de cualquier persona, incluso las más allegadas, lo que provocaba un dolor todavía mayor". Una realidad que entronca con las palabras del entonces alcalde, Sergio González: "Todo Viana está bajo sospecha".
Por este motivo, la acusación particular establece una petición económica en concepto de responsabilidad civil. Esta parte solicita que se imponga a Mouriño la obligación de indemnizar a los padres de Montserrat, Ángel Martínez y Olimpia Fernández, con la cantidad de 500.000 euros, incluyendo los daños morales. La hermana de la chica, Cristina Martínez, recibiría otros 100.000 euros según la reclamación de la acusación particular.
La defensa rebatirá estos argumentos y los del fiscal apoyado en la idea de que la muerte fue resultado fatal de un accidente. Dijo que estaba bebido. Cuando la chica se acercó a él para darle un beso, la empujó para apartarla y ella supuestamente se golpeó contra una mesa de hormigón. Asustado al ver que podía estar muerta, arrojó el cuerpo a la zona de maleza.
Fuente: Faro de Vigo
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