La historia de los deportes de montaña en Galicia está íntimamente ligada a la creación de Meisa (Manzaneda Estación Invernal S.A.). Una iniciativa que nunca hubiese surgido 'si no fuese por la personalidad e impronta de José Luis Outeiriño -presidente de La Región-, que asumió un riesgo tremendo y realizó un gran esfuerzo inversor para sacar adelante lo que por aquel entonces era una obra bizantina', recuerda José Manuel Fernández Anguiano, uno de los socios fundadores que posteriormente acabaría asumiendo varios cargos en la sociedad, como vicepresidente del consejo de administración y consejero delegado durante toda una década.
Este último también guarda una mención especial para otros impulsores de Meisa, como el alcalde de Trives por aquel entonces, César Fernández; el gobernador civil, Daniel Regalado, y el presidente de la Diputación provincial, David Ferrer.
Corría el año 1972, continúa Anguiano, 'cuando un grupo de aficionados al esquí nos embarcamos en el proyecto de convertir Cabeza de Manzaneda en una zona estable para practicar este deporte'. Hasta aquel momento, Manzaneda era un reducto aislado, sin líneas eléctricas, conexiones viarias ni ningún tipo de infraestructura para subir la ladera. El único lugar para pernoctar era un humilde refugio construido por el Club Alpino Peña Trevinca a finales del año 1968.
'MANZANOBLE'
Con la creación de Meisa, constituida formalmente el 12 de mayo de 1972, comenzó a hacerse realidad el sueño de situar a Galicia en un lugar privilegiado para disfrutar los deportes de invierno. En el verano de ese mismo año se inauguró el hotel Queixa con capacidad para albergar a 80 personas; unos meses después se abrieron los dos primeros telesquís semifijos y en la primavera de 1973 se puso el marcha un telesilla de cuatro plazas. 'Fue el primer remonte por montaña de Galicia, pues por aquel entonces sólo había algún cable de transporte para la extracción de materiales de las minas, pero nada para personas', matiza el exconsejero.
'Cuando se abrió la estación calculo que no seríamos más de 500 esquiadores en toda Galicia y pocos años después ya éramos más de 5.000', explica Fernández Anguiano. El tremendo flujo de usuarios y la conversión de la montaña en una estación de esquí que revolucionó el mundo de los deportes de invierno en Galicia, recibiendo los elogios de versados gestores como los responsables de la estación de Baqueira cuando visitaron las instalaciones, fue el germen de un divertido sobrenombre para la estación: 'Manzanoble' (en la alusión a la estación de Grenoble donde se disputaron los juegos olímpicos de invierno). Una broma que refleja el sentir de los aficionados y ratificaba que el proyecto no era una quimera.
La memoria intacta de Anguiano nos sigue guiando por la historia de un sueño hecho realidad. Las primeras avalanchas de usuarios y el infortunio de un incendio que arrasó por completo el hotel, llevó a la sociedad a construir los apartamentos Galicia, así como otra serie de alojamientos que, en conjunto, sumaron un millar de camas. Luego vendría también otra serie de infraestructuras, como un restaurante autoservicio a pie de pista o una piscina climatizada. El capital inicial de Meisa fue de 15 millones de pesetas que, 'a base de sucesivas ampliaciones llegamos a la cifra de 500 millones'. La década de los 70 fue, sin duda, la época en la que más se promocionó el esquí y 'José Luis Outeiriño era un gran animador que nos motivaba en todo momento. Amaba este deporte -fue el primer presidente de la Federación Gallega de Esquí- y nunca se venía atrás ante los eventuales reveses'. La popularización de los deportes de invierno, la creciente afluencia de turistas lusos y las primeras concentraciones veraniegas de clubes de fútbol, como el Real Madrid en varias ocasiones, marcaron el esplendor de la estación en su primera época de vida. Los logros de Meisa llegaron a su culmen en el año 1986. 'Fue un gran año para nosotros, conseguimos el primer balance positivo en las cuentas', indica el socio cofundador de la estación.
'LA GRAN OPERACIÓN'
'En 1985 se llegó a un acuerdo con el presidente de la Xunta, Xerardo Fernández Albor, para reducir el capital y renunciar formalmente al derecho de ampliación de capital, pasando a manos de la Comunidad Autónoma un 48% de las acciones y el 52% restante para el Banco Pastor y el Concello de Trives', relata Anguiano. 'Una gran operación que se hizo gracias al buen hacer y la enorme generosidad del verdadero padre de la criatura, José Luis Outeiriño, que se empeñó en seguir impulsando la estación', añade. Por eso, Anguiano frunce el ceño y se extraña ante la pregunta de si es optimista ante el futuro y viabilidad de Meisa: 'Pues claro que soy optimista, cómo no lo voy a ser después del titánico esfuerzo que hicimos. No ser optimista significaría que nuestro trabajo no ha valido para nada. Lo que pasa es que la estación está muy obsoleta, principalmente en las infraestructuras hoteleras, porque casi no las han tocado desde que el primer equipo gestor lo dejó en el año 1986'.
Con los estudios climatológicos en la mano, Anguiano está convencido de que se puede recuperar el esplendor de la primera época. Para ello, cree imprescindible crear 'una pista innivada -con nieve generada artificialmente- de unos tres kilómetros de longitud, que permitiría esquiar casi todo el invierno'. Aunque para ello, reconoce que es imprescindible hacer una fuerte apuesta inversora y automatizar con sensores las pistas. Un apuesta, dice, propia del espíritu fundacional de Meisa.
Fuente: La Region
Este último también guarda una mención especial para otros impulsores de Meisa, como el alcalde de Trives por aquel entonces, César Fernández; el gobernador civil, Daniel Regalado, y el presidente de la Diputación provincial, David Ferrer.
Corría el año 1972, continúa Anguiano, 'cuando un grupo de aficionados al esquí nos embarcamos en el proyecto de convertir Cabeza de Manzaneda en una zona estable para practicar este deporte'. Hasta aquel momento, Manzaneda era un reducto aislado, sin líneas eléctricas, conexiones viarias ni ningún tipo de infraestructura para subir la ladera. El único lugar para pernoctar era un humilde refugio construido por el Club Alpino Peña Trevinca a finales del año 1968.
'MANZANOBLE'
Con la creación de Meisa, constituida formalmente el 12 de mayo de 1972, comenzó a hacerse realidad el sueño de situar a Galicia en un lugar privilegiado para disfrutar los deportes de invierno. En el verano de ese mismo año se inauguró el hotel Queixa con capacidad para albergar a 80 personas; unos meses después se abrieron los dos primeros telesquís semifijos y en la primavera de 1973 se puso el marcha un telesilla de cuatro plazas. 'Fue el primer remonte por montaña de Galicia, pues por aquel entonces sólo había algún cable de transporte para la extracción de materiales de las minas, pero nada para personas', matiza el exconsejero.
'Cuando se abrió la estación calculo que no seríamos más de 500 esquiadores en toda Galicia y pocos años después ya éramos más de 5.000', explica Fernández Anguiano. El tremendo flujo de usuarios y la conversión de la montaña en una estación de esquí que revolucionó el mundo de los deportes de invierno en Galicia, recibiendo los elogios de versados gestores como los responsables de la estación de Baqueira cuando visitaron las instalaciones, fue el germen de un divertido sobrenombre para la estación: 'Manzanoble' (en la alusión a la estación de Grenoble donde se disputaron los juegos olímpicos de invierno). Una broma que refleja el sentir de los aficionados y ratificaba que el proyecto no era una quimera.
La memoria intacta de Anguiano nos sigue guiando por la historia de un sueño hecho realidad. Las primeras avalanchas de usuarios y el infortunio de un incendio que arrasó por completo el hotel, llevó a la sociedad a construir los apartamentos Galicia, así como otra serie de alojamientos que, en conjunto, sumaron un millar de camas. Luego vendría también otra serie de infraestructuras, como un restaurante autoservicio a pie de pista o una piscina climatizada. El capital inicial de Meisa fue de 15 millones de pesetas que, 'a base de sucesivas ampliaciones llegamos a la cifra de 500 millones'. La década de los 70 fue, sin duda, la época en la que más se promocionó el esquí y 'José Luis Outeiriño era un gran animador que nos motivaba en todo momento. Amaba este deporte -fue el primer presidente de la Federación Gallega de Esquí- y nunca se venía atrás ante los eventuales reveses'. La popularización de los deportes de invierno, la creciente afluencia de turistas lusos y las primeras concentraciones veraniegas de clubes de fútbol, como el Real Madrid en varias ocasiones, marcaron el esplendor de la estación en su primera época de vida. Los logros de Meisa llegaron a su culmen en el año 1986. 'Fue un gran año para nosotros, conseguimos el primer balance positivo en las cuentas', indica el socio cofundador de la estación.
'LA GRAN OPERACIÓN'
'En 1985 se llegó a un acuerdo con el presidente de la Xunta, Xerardo Fernández Albor, para reducir el capital y renunciar formalmente al derecho de ampliación de capital, pasando a manos de la Comunidad Autónoma un 48% de las acciones y el 52% restante para el Banco Pastor y el Concello de Trives', relata Anguiano. 'Una gran operación que se hizo gracias al buen hacer y la enorme generosidad del verdadero padre de la criatura, José Luis Outeiriño, que se empeñó en seguir impulsando la estación', añade. Por eso, Anguiano frunce el ceño y se extraña ante la pregunta de si es optimista ante el futuro y viabilidad de Meisa: 'Pues claro que soy optimista, cómo no lo voy a ser después del titánico esfuerzo que hicimos. No ser optimista significaría que nuestro trabajo no ha valido para nada. Lo que pasa es que la estación está muy obsoleta, principalmente en las infraestructuras hoteleras, porque casi no las han tocado desde que el primer equipo gestor lo dejó en el año 1986'.
Con los estudios climatológicos en la mano, Anguiano está convencido de que se puede recuperar el esplendor de la primera época. Para ello, cree imprescindible crear 'una pista innivada -con nieve generada artificialmente- de unos tres kilómetros de longitud, que permitiría esquiar casi todo el invierno'. Aunque para ello, reconoce que es imprescindible hacer una fuerte apuesta inversora y automatizar con sensores las pistas. Un apuesta, dice, propia del espíritu fundacional de Meisa.
Fuente: La Region
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