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viernes, 9 de noviembre de 2012

Una treintena de imputados en el caso sin cerrar de estafas a aseguradoras con accidentes falsos

 La investigación ha devorado ya veinte meses de trabajo y engrosado un extenso expediente de más de diez tomos. La resolución de la presunta red de estafas a aseguradoras mediante la simulación de accidentes, falsos peritajes y hasta la recreación de un robo por alunizaje, recorre un arduo camino. Fuentes de la que fue bautizada como "Operación Aleta" al estallar en febrero del año 2011 cifran en más de un año, en función de la necesidad de pruebas de expertos, el tiempo que resta para el final de la instrucción judicial del caso. El asunto está siendo tramitado en el juzgado de A Pobra de Trives, donde se pusieron en marcha las indagaciones tras una denuncia. El listado de siniestro de tráfico sospechosos que se revisan, caso a caso, supera los trescientos.

Santos A.G. dueño de un taller compraventa ubicado en A Valenzá (Barbadás), es el presunto cerebro de la red que supuestamente estafó mas de un millón de euros mediante el cobro fraudulenta de seguros. Hasta el momento han sido imputadas una treintena de personas por efectivos de la Policía Judicial que destaparon el caso. Los investigadores de la unidad orgánica arrestaron a cinco personas, en febrero de 2011, que conformaban el supuesto núcleo de la red de fraudes. Además del propietario cayeron su mujer, una secretaria y dos empleados del taller de automoción. La Policía Judicial se incautó de seis automóviles de alta gama así como de numerosas piezas que, al parecer, eran utilizadas para los fines delictivos. También se intervino documentación que sugería que la trama pudo haber operado desde varios años antes.

Todos los implicados, a excepción del presunto cabecilla de la red de estafas, quedaron en libertad tras declarar ante la juez de Trives. Santos permaneció tres meses encarcelado y fue puesto en libertad por la Audiencia Provincial, en abril de 2011, después de abonar 20.000 euros.

En la operación se delató el presunto cobro fraudulento de indemnizaciones por accidentes que nunca se producían -se habrían llegado a dar hasta cuatro partes por un mismo vehículo-; o también por dar parte de robos denunciados y que también resultaban falsos.

El caso más sorprendente ocurrió en agosto de 2010. Presuntamente empotraron un automóvil contra el taller de A Valenzá para simular un robo por alunizaje de un vehículo de gama superior que nunca salió del local.

La red se interesaba, además, en adquirir automóviles de lujo gravemente siniestrados. Pasado un tiempo suficiente, los daban de alta y los empleaban de nuevo en los siniestros falsos para cobrar una indemnización. Por eso los investigadores han estudiado el alcance e implicación de personas clave como agentes de seguros, peritos, chóferes de grúa o incluso particulares que pudieron actuar en connivencia.

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