Aunque la ley establece que los silencios administrativos suelen suponer algo positivo para aquellos que los sufren, algo huele mal en el que ayer pusieron en práctica los accionistas de Meisa. La reunión celebrada ayer en la capital se resumió con un «buscar nuevos socios» a secas que dejó como sabor de boca una sensación más agria que dulce que hace suponer que la estación de cabeza de Manzaneda no solo vive una mala época sino que el estado de coma se agrava con el tiempo. Ni la Xunta, ni los concellos, ni Novacaixagalicia dieron cuenta de sus intenciones con respecto al futuro de la estación ourensana. Un silencio administrativo, negativo.
a tres bandas el futuro del turismo de montaña
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