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viernes, 3 de febrero de 2012

OURENSE: MALTRATO CONTINUADO

Era en teoría un consejo de administración definitivo y decisivo para la modernización de Meisa. Todas las partes implicadas, Xunta, concellos, trabajadores, había firmado un pacto de concordia y colaboración con el objetivo de sentar las bases para modernizar la estación de montaña de Manzaneda y rentabilizar a todos los niveles su indudable potencial turístico y económico. Eso era lo pactado, pero la realidad fue que lo único que hizo el Gobierno gallego fue anunciar su intención de partir de cero y encargar un nuevo plan de viabilidad para relanzar el complejo turístico. Sin concretar fechas. En la práctica, lo que intenta el Ejecutivo autonómico es ganar tiempo, dilatar el proceso y ahorrarse unos euros de sus cuentas, aunque ese miserable ahorro le salga muy caro a esta provincia. Hace meses que el Gobierno gallego maneja el plan de viabilidad presentado para su debate en el Consejo de administración del viernes, lo conocía y sabía perfectamente si le valía o no. No tiene sentido, por tanto, que considere ahora preciso empezar de cero, salvo que sea para marear la perdiz, disimular y postergar hasta nunca jamás el compromiso adquirido personalmente con los trabajadores por el presidente de la Xunta. Esta provincia parece condenada a recibir este trato de las sucesivas administraciones autonómicas, pero no puede resignarse a ello.

Manzaneda precisa de una vez por todas medidas concretas y progresos visibles. Un mínimo esfuerzo bastaría para convertir el complejo turístico en un negocio puntero y próspero; la prueba es que durante años, pese a la desidia de su máximo accionista, la Xunta, ha mantenido su actividad y ha sido el motor de una zona geográfica deprimida. Perder la oportunidad que ofrece Meisa sería un auténtico drama para Ourense y para el turismo gallego. Es impensable que un gobierno responsable esté jugando a eso, a ganar tiempo, a riesgo de perder una oportunidad que tal vez no quiera ver. La viabilidad de la estación de montaña de Manzaneda no puede generar dudas, por el contrario, cuenta con arraigo y potencial suficiente para devolver, en forma de beneficios sociales y económicos, cualquier inversión que reciba, siempre que se realice conforme a estrategias y criterios profesionales.

La maniobra de postergación que ha trazado la Xunta constituye una afrenta a una de las zonas más deprimidas de una provincia históricamente marginada. Ha ocurrido siempre y se está repitiendo, a pesar de las grandilocuentes promesas de reequilibrio y compensación para el interior del interior. El denominado Plan Impulsa, presuntamente habilitado para corregir desequilibrios socioeconómicos endémicos, debe servir algo más que para la exhibición de la maquinaria propagandística oficial o para tapar, con sumas y balances inverosímiles, la incuria de la Administración autonómica, auténtico remedo de la de otras épocas, cuyo único norte consiste en ir aplazando compromisos y soluciones, dando vueltas a una noria por la que se escapan las fantasmagóricas promesas millonarias. La realidad se revela tan tozuda que hace inútiles los esfuerzos por disimular la inacción, como evidencia que la inversión pública de la Xunta haya caído un 82% en la provincia de Ourense desde el año 2008.

Es una actitud tanto más grave cuando lo que necesita Manzaneda está sobre la mesa y su viabilidad, fuera de duda; se consolidaría con apenas una insignificante inversión si se compara con los cien millones que entierra cada año a mantener un ente de dudosa rentabilidad y a pagar chóferes, titulares y de repuesto, a su máximo directivo. Prescíndanse de bromas y de anuncios de planes etéreos y dispónganse voluntad y medios al servicio de una causa tan justa como urgente para toda una provincia, pero también para toda Galicia, que ha disfrutado de esta infraestructura única durante cuarenta años.

Fuente: La Region

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