Manzaneda, estación de montaña, fue una magnífica idea desarrollada con nefastas gestiones. Años después de su nacimiento, se convirtió en una gran fosa devoradora de incontables fondos públicos. En la época de Fraga, la administración tuvo que acudir en su auxilio con la inyección de muchos millones que convirtió en pública a la hasta entonces empresa privada. Y los políticos empezaron a utilizarla para colocar amigos o pagar favores. La empresa constituyó una sangría para la Xunta que tenía que taponar, un ejercicio sí y otro también, las pérdidas. Con el bipartito en el gobierno, se cambió el criterio y en lugar de poner al frente de Manzaneda a un militante de carné o a un amigo del presidente de la Xunta se puso a un profesional del sector del turismo. Las pérdidas empezaron a menguar y en el 2010 está en el camino de la rentabilidad. A pesar de esta realidad, los propietarios (que somos todos) a través de nuestros representantes (tanto de la Xunta como de Caixanova que conforman la mayoría en el consejo de administración) están a punto de cercenar la tendencia para buscarle acomodo a un ex político del PP y ex miembro del consejo de administración de Caixa Ourense cuando la voracidad de Gayoso terminó con el sueño financiero ourensano. Llegó el momento de pagar favores. La Xunta de Feijoo no pide a una agencia de talentos la búsqueda de un gerente que haga de Manzaneda el centro turístico de montaña por excelencia del noroeste peninsular. La Xunta de Feijoo cambia a un solvente técnico en turismo por un empresario que acaba de cerrar sus empresas tras una suspensión de pagos. ¿Creen Feijoo y Gayoso que éste es el mejor perfil para rentabilizar una empresa pública? ¿Piensan en rentabilidad o en amistad? ¿Se puede hacer esto, en estos momentos, pensando en las depauperadas arcas públicas? Semeja demasiado retorno a las viejas andanzas de la vieja derecha del viejo león de Vilalba.
Fuente: La Voz de Galicia
Fuente: La Voz de Galicia
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