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sábado, 12 de febrero de 2011

Susi Díaz, cocinera, elige Pena Folenche: «Un bosque de cuento de hadas»

Cuando abandona los fogones de su restaurante La Finca, en Elche, Susi Díaz se cruza la Península de punta a punta para pasar unos días en Puebla de Trives, un pueblito de Orense con sabor tradicional, donde el tiempo parece haberse detenido. Allí tiene su rincón favorito, la fraga de Pena Folenche, un castañar con ejemplares centenarios de troncos agrietados que parece sacado de un cuento de hadas: «La primera vez que vine me quedé alucinada, porque es un paisaje increíblemente bonito. Entonces era otoño y el suelo estaba tapizado de hojas de tonos ocres, marrones, naranjas, amarillos... que contrastaban con el verde de las piedras recubiertas con el musgo».

Podría decirse que Susi Díaz se enamoró de este paisaje gallego, porque desde aquel primer flechazo recorre sin pereza los más de 900 kilómetros que separan este lugar de Elche: «Son varias las razones por las que suelo pasar las vacaciones en esta zona. En primer lugar, porque en el día a día tengo el mar muy cerca y no me llama la atención irme a descansar a un sitio de playa, que ya tengo todo el año y prefiero cambiar de ambiente. El tener amigos aquí es otro motivo para venir a esta tierra, tan diferente a la mía. A veces buscamos el cambio y la diferencia tanto en gastronomía como en ambientes. Llegar a Galicia, tener a estos amigos en este pueblecito tan pequeño, donde no se oye un coche ni se cierran las puertas, en contraste con la ciudad, donde se echa la llave y se ponen las alarmas, y sentarte sin prisas delante de una chimenea encendida día y noche, con esos troncos enormes es algo impensable en Alicante, al lado del mar», explica.

Claro que de puertas para afuera, y después del merecido descanso al calor del hogar, toca la visita al castañar, que aún guarda restos de los antiguos sequeiros, donde se secaban las castañas y vivían las gentes que se acercaban a estas tierras en la otoñada, para el aprovechamiento de este delicioso fruto.

Gnomos y trasnos

Hoy, los castaños, algunos centenarios, guardan esos recuerdos de tiempos pasados: «La majestuosidad de esos árboles, cuyo tronco no pueden abarcar dos personas, algunos situados en pendiente, te desata la imaginación. Cuando estás descansada la mente tiene mucha fantasía y te da la impresión de que van a empezar a moverse y andar. Es como si estuvieses en un mundo de gigantes. Ese pensamiento me fascina. El que todos los árboles tengan esos agujeros en los troncos, me da la sensación de que va a salir un gnomo de esa cuevecita de madera. Porque no me cabe la menor duda que cuando las personas nos vamos de estos castañares aparecen los gnomos», comenta riendo. Y no es la única que lo piensa porque la tradición mágica de Galicia sostiene que por bosques frondosos como éste que nos presenta Susi se pasean «los trasnos» —que no deben confundirse con los trasgos—, unos seres mitológicos dotados de una asombra habilidad para camuflarse entre el paisaje y pasar despercibidos a los ojos de los relajados paseantes.

Se nota que le apasiona la naturaleza, aunque a diario, se lamenta, no puede disfrutar de ella como le gustaría por cuestiones de trabajo. Por eso valora tanto escapadas como ésta, en las que suele alojarse en algún hotel rural. La pasión por el medio natural le viene de la infancia, y su primer recuerdo se formó a la orilla del mar: «Mi infancia ha estado un poco pegada a la costa. Mis padres, muy amantes de la naturaleza, nos llevaban a veranear al bosque, que en Elche está pegado al mar. Íbamos toda la familia con una tienda de campaña, que poníamos debajo de un pino. Yo era muy pequeña y con mi hermano pasaba una semana disfrutando de la pinada, las dunas, correr por la playa... Era estupendo estar allí día y noche. Nos íbamos a la orilla del mar de noche, con una antorcha. La pinada y el mar de mi ciudad es lo primero que viví como naturaleza y fue maravilloso». Como herencia de aquellos días ahora le gusta ir a la playa, pasear por las dunas y parajes naturales. «Me encanta visitar El Hondo y ver las aves. Cada vez que hago una ponencia pongo imágenes de parques naturales y playas. Es mi carta de presentación. Me gusta presumir y poner los dientes largos», recuerda desde Orense, con el año recién estrenado.

Llueve en los días que ha elegido para descansar. «Galicia es así. Tiene estos colores, esta lluvia y esta climatología», comenta mientras posa despreocupada para la foto. Incluso en este bosque, la jefa de cocina de La Finca, que tiene una estrella Michelín, no puede evitar pensar en deliciosos platos y no duda en añadir a la cocina mediterránea frutos como la castaña. Por eso, junto a otros quince cocineros de renombre, ha dejado su aportación en un libro editado por la Xunta que lleva por título «La castaña. Patrimonio gastronómico». La idea es «promocionar la Galicia profunda, la más bonita y menos visitada, pero la que más valores naturales tiene», explica.

De ahí que los ases del fogón aguzaran el ingenio para incluir este ingrediente poco usual: «Cuando estás todos los días en el fuego la imaginación te fluye. Y si te piden un plato con castañas, enseguida empiezas a pensar y haces esa fusión entre cocina mediterránea y los productos locales gallegos y aparece un plato fantástico. Se puede tomar la castaña en salado, dulce, con carnes, pescados, entradas».

Fuente: ABC

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